Pueblo Viejo, Ver.- Por décadas la infraestructura del agua potable en Pueblo Viejo ha estado en completo abandono; ello obviamente ha complicado que se desarrolle un proyecto a fondo para resarcir la problemática del abastecimiento del vital líquido.

Es poco más que paradójico que esta localidad que se encuentra rodeada de agua –comenzando por el caudaloso río Pánuco y la laguna de Pueblo Viejo– haya tenido por muchos años la escasez de agua potable.

Lamentablemente los pozos pertenecientes a la Comisión del Agua del Estado de Veracruz (CAEV), con sede en esta localidad, han sido sobreexplotados, eso ha originado que se llenen de salinidad y, por consiguiente, el abastecimiento no sea el adecuado para la población.

Por este tipo de irregularidades la gente es muy renuente a pagar el recibo mensual; lo que deriva en el excesivo robo de agua a través de tomas clandestinas e incluso se instalan bombas y dejan sin agua a sus propios vecinos, es decir, hay huachicoleo de agua.

De acuerdo con el titular de CAEV, José de Jesús Martínez Suárez, al inicio de la administración había por lo menos 5 mil líneas clandestinas, lo que complica absolutamente el abasto de agua; además de que en los dos últimos años la sequía ha sido muy grave y hay pocos pozos, de los cuales, los artesianos, están cercanos a la laguna, la cual tiene niveles de salinidad.

En la actual pandemia del COVID-19, que afecta a todo el orbe y que complica aún más que el vital líquido llegue sin problema alguno, obliga a las autoridades municipales y estatales a crear estrategias para satisfacer la demanda de este vital elemento.

Y es que el último censo poblacional arrojó que Pueblo Viejo cuenta con 57 mil 600 habitantes y la mancha urbana ha crecido considerablemente, sobre todo en la congregación Hidalgo, donde se ubica la invasión de Lote 64 y Lote 71, lo que obliga a contar con un mejor sistema de distribución.

El sector Adalberto Tejeda, colonia California, Benito Juárez y la congregación Anáhuac son las que suman la mayor cantidad de usuarios de la CAEV, que cuenta con un padrón superior a los 10 mil contribuyentes; tan sólo en la congregación Anáhuac se ubica el 50 por ciento.

Las zonas más afectadas por su ubicación en el suministro del agua se ubican en el sector la Loma, perteneciente a la congregación Anáhuac. De agudizarse el desabasto, alrededor de ocho mil familias podrían ser afectadas.

PROYECTOS OLVIDADOS

Actualmente el municipio es abastecido por 7 pozos ubicados en sitios estratégicos, los cuales están siendo sobreexplotados desde hace años y el riesgo de salinidad es latente con el estiaje que ha iniciado; dos de ellos ya dejaron de operar, de ahí la urgencia de que se active la planta potabilizadora.

La esperanza de contar con agua potable en breve tiempo es la activación al 100 por ciento de la planta potabilizadora ubicada en la colonia Las Margaritas, la cual será abastecida por el agua de la laguna del Mayorazgo.

Dicho proyecto data desde hace 10 años y nació durante la gestión del exgobernador Fidel Herrera Beltrán; en su momento era conocido como proyecto del Mayorazgo, ahora se le denominó proyecto Meganorte.

En las últimas semanas se han destinado por parte del municipio cerca de cuatro millones de pesos para realizar reparaciones de emergencia en tanques, válvulas, y trabajos de impermeabilización, ya que estas instalaciones prácticamente estuvieron abandonadas durante 7 años y ya se consideraban un elefante blanco.

A lo anterior se suma que las redes de tuberías cuentan hasta con 80 años de antigüedad y la activación de la planta potabilizadora podría ser a través de la presión general del rompimiento de las mismas.

En el caso de la congregación Matarredonda, se depende de un enorme tanque elevado que tiene cerca de 80 años y representa un riesgo de salubridad ya que carece de tapa.

A FALTA DE SERVICIO, LAS PIPAS AL RESCATE

Una de las alternativas en caso de emergencia para abastecer el agua a los residentes de Ciudad Cuauhtémoc –la cabecera de Pueblo Viejo– sería a través de pipas rentadas por parte de la CAEV, pues la dependencia tendría que cubrir el gasto de gasolina y el pago del chofer.

Por su parte, el municipio en la actualidad cuenta con dos pipas con las cuales realizaría distribución de manera general a la población; la CAEV solamente entregaría a los usuarios que tendrían que mostrar sus recibos de pago, que oscilan entre los 120 y los 200 pesos.

En caso de que los usuarios busquen comprar las pipas a particulares, tendrían que desembolsar por lo menos 150 pesos para llenar un tinaco de mil 500 litros y entre 500 y 600 pesos para obtener 5 mil litros de agua.

SIN TRABAJO

El costo de las pipas llega a ser oneroso considerando que la economía reside mayoritariamente en la actividad pesquera y en periodos normales los mil 500 pescadores libres pueden obtener hasta 200 o 250 diarios, pero con el desplome de este sector los jefes de familia apenas logran ingresos de entre 30 y 60 pesos al día con la venta de medidas de ostión, que cuestan 15 pesos.

En tanto que los mil pescadores asociados de las cuatro cooperativas del municipio (Única Regional, 21 de Marzo, Solidaridad y Trabajo, y Mata de Chávez) dependen de la venta de las arpillas y por las que se les paga 120 pesos; es decir, por la cantidad de arpillas pueden lograr tener desde 300 hasta 500 pesos diarios, pero la crisis por el coronavirus los ha dejado sin un peso.

A pesar de todo eso, de las carencias del dinero y del agua, sorprende la falta de cultura por parte de la población pueblovejense, que se vale de tomas clandestinas y hace un uso irracional del vital líquido, por lo que de nada serviría contar con un buen suministro si no se tiene la cultura de la cada vez más escasa agua potable.

Por Francisco Díaz