Papantla, Ver.- El esclarecimiento del crimen de la periodista María Elena Ferral Hernández se encuentra pausado. A un año de que ocurriera el asesinato que cimbró al gremio periodístico, las autoridades han quedado a deber justicia a la familia y a quienes ejercen la labor de informar.

De 11 órdenes de aprehensión giradas por un juez en Papantla, ya han sido ejecutadas 7; pero los autores intelectuales aún gozan de libertad, incluso, la fuga de información del caso podría interferir, ya que inclusive, antes de las detenciones, un documento oficial fue del dominio público, en este se detallaban los nombres de los que eran buscados por la policía.

Al cumplirse un año del crimen, lo que más lamentan compañeros de Elena Ferral es que la estrategia para atrapar a los implicados estuvo mal desde un principio, pues primero algún funcionario filtró documentos oficiales con la lista de los buscados por la ley, y después, la fiscalía ejecutó cateos y diligencias de manera simultánea en Papantla y la Sierra Totonaca, pero todo fue en vano: los que ordenaron el asesinato de la reportera ya habían escapado.

Posteriormente, este caso fue atraído por la Fiscalía de Investigaciones Ministeriales en medio de una serie de protestas y exigencias de los medios estatales y nacionales, a partir del 25 de abril comenzaron las detenciones de los implicados. Fue el juez de control José Luis Mappel Ortiz el encargado de librar las órdenes, entre ellas la de José “N”, también reportero y a quien se le señala de estar ligado al ataque a su colega.

LA HIPÓTESIS

La teoría de la fiscalía se basa en que el 30 de marzo del 2020, día en que María Elena y otros dos reporteros acudieron por un “apoyo económico” a la notaría de Donaciano Cobos, en el centro de Papantla, pero uno de sus acompañantes dio aviso sobre la ubicación de la reportera para que los agresores la esperaran afuera. Los comunicadores que estuvieron con ella ese día fueron citados a declarar y la fiscalía descartó el testimonio de uno de ellos, pero no así el de José “N”, de quien dicen, “dio el pitazo” de donde se encontraba la corresponsal del Diario de Xalapa y, al salir de la notaría, dos sicarios motorizados la esperaban para ejecutarla; dispararon en cinco ocasiones, tres balazos le perforaron pierna, abdomen y glúteo. Si bien su muerte no fue instantánea, a las ocho de la noche de ese mismo día, instantes después de ingresar al hospital regional de Poza Rica, murió.

La propia investigación señala que desde hace varios días, Elena había advertido sobre la sospecha de que pudiera pasarle algo, y es que su estilo a la hora de redactar había incomodado a varios personajes de la política papanteca, incluso, no era un secreto que tenía aspiraciones políticas. En entrevistas para medios del estado, la hija de María Elena señala que la cabeza de su madre tenía precio, y ella lo sabía. El día de los hechos, una bala perforó los tres celulares donde seguramente la reportera guardaba evidencia periodística.

También llama la atención que si bien las autoridades armaron operativos exitosos para atrapar a los implicados, a un año, el caso que, a todas luces parece ya no ser prioridad ni siquiera en reuniones de seguridad que a diario se llevan a cabo.

Mientras que del total de detenidos dos están a punto de llegar a la etapa de juicio, pero el resto solicitó la protección de la justicia federal al considerar violaciones al debido proceso, por lo tanto, es probable que se ordene la reposición del mismo.

Hasta ahora, los detenidos son: Antonio Z. J.; Carlos P. J.; Alfredo P. J., alias “El Fello”; José C. J., Otoniel H. C.; Luis B., alias “El Coco”, y Nicasio P. J., éste último atrapado en Pánuco mediante un operativo de la Policía Ministerial; sin embargo, falta aprehender a Luis Ángel N alias “La Güicha”; Alfredo Ernesto Z.B; Jaime N.A, alias “El Ingeniero”, y Camerino Basilio P.P y/o Camerino Basilio P.P., estos dos últimos presuntos autores intelectuales del crimen según la Fiscalía de Investigaciones Ministeriales.

Vanguardia dialogó con Fernanda de Luna, hija de la periodista asesinada, quien desde luego señaló que es difícil enfrentar esta situación y asegura que el proceso está encaminado, pero aún falta por hacer mucho.

“Desde que recibí la noticia fue algo que no podía creer, ella toda su vida me preparó para este momento, sabía que eso podía pasarle”. Fernanda señala que el periodismo era la pasión de su madre, “me contagio de esa pasión, y ahora yo soy la directora del portal que creamos juntas”, expone.

La familia de la reportera ha tenido que enfrentar la zozobra, el miedo a salir a las calles. Su vida cambió desde el ataque a su madre, y si bien han recibido apoyo por parte de algunas instancias, señala que desearía estar en posibilidades de hacer más, pero por cuestiones de seguridad tiene que limitarse.

Enfrentar el crimen de su madre y ver que la noticia se convirtió en una tema nacional fue duro para Fernanda, también periodista y actual directora del portal Quinto Poder; ella y su hermano tuvieron que alejarse, pero también reconocen que el gobierno del estado los apoya con seguridad, la Comisión Estatal de Atención y Protección a los Periodistas tampoco la han dejado sola, hasta ahora le brindan asesoría jurídica y un apoyo económico.

María Fernanda sostiene que el periodismo es de riesgo, su madre se lo había advertido, y a pesar de que tuvo que alejarse para mantenerse a salvo, decidió volver ya; la misma valentía que caracterizaba a su madre es la que porta, y es momento, dice, de entregar la tercera parte de Polaca Totonaca, columna cuya autora era su madre y que le costó la vida.

Han transcurrido 365 días desde el cobarde asesinato de María Elena, y hoy su familia exige justicia porque los autores intelectuales del crimen siguen prófugos. Esto pasa en Veracruz, estado donde más asesinan a periodistas y la justicia a medias, nada más no convence a familias de las víctimas.

Por Clemente Hernández Reyes