Tihuatlán, Ver.- Tres rosas marchitas, colocadas en el horno donde integrantes de la delincuencia organizada incineraban a personas desaparecidas, aún pueden observarse a 24 horas de que integrantes del colectivo María Herrera arribaran al predio La Gallera para rezar por sus familiares. A pesar de ser una zona donde las autoridades hallaron cientos de restos humanos y existe la posibilidad de que aún puedan encontrarse muchos más, la zona luce abandonada y sólo puede escucharse el ruido de pájaros que sobrevuelan el área.

Entre el monte y a varios kilómetros de la zona urbana de Tihuatlán, se ubica este rancho que durante muchos años fue utilizado por la delincuencia organizada para torturar, asesinar y quemar a sus víctimas, a quienes metían en un horno para que sus familiares jamás los encontraran; a algunos los enterraban en los alrededores, a otros más, supuestamente los arrojaban a un pozo.

La Gallera obedece su nombre a que varios años atrás, justamente ahí se criaban gallos de pelea; según vecinos, la casa por muchos años estuvo deshabitada, pero por allá del 2013 llegaron personas a vivir ahí. Cuentan además que nunca se preguntaron a qué se dedicaban, hasta conocer a través de los medios, el macabro hallazgo de los restos.

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Se tiene documentado que los delincuentes metían los cuerpos en el horno hasta que sólo quedara polvo; eso fue confirmado por las autoridades que al momento de hacer las diligencias hallaron cenizas y huesos que no terminaron de incinerarse.

Fue el 2 de febrero del 2017 cuando La Gallera se exploró por primera  vez, esta diligencia dio como resultado la exhumación de seis cadáveres que estaban desmembrados, eran cinco hombres y una mujer que meses después fueron reconocidos como personas que habían sido reportadas como desaparecidas.

Esto dejó al descubierto que La Gallera era más bien un centro de operaciones de la delincuencia organizada. Un verdadero cementerio clandestino.

Madres de desaparecidos que para ese momento ya integraban el colectivo María Herrera, insistieron en que el predio fuera rastreado en su totalidad, pero la Fiscalía General del Estado se opuso de manera rotunda al minimizar aquel descubrimiento que poco a poco cobraba más relevancia a nivel nacional, debido a las fosas de Colinas de Santa Fe, que ya convertían a Veracruz en un cementerio.

Fue así que integrantes del colectivo arribaron a principios de marzo, apoyados por la Fiscalía General de la República; fueron días abrumadores en los que finalmente hallaron más de 200 restos, así como varias fosas alrededor de la casa, acción que meses después ocasionaría que la policía científica se sumara a la búsqueda de restos.

Pero a la fecha La Gallera ha sido olvidado por las autoridades federales y también del estado; además, pese a que existen versiones de que en un pozo ubicado sobre un costado de la casa también se arrojaban cadáveres, nadie ha podido comprobar esa versión, pues aseguran que la profundidad del mismo impide la diligencia.

Mientras se espera que la FGE y la FGR retomen la búsqueda, sólo puede observarse una casa con cuartos abandonados, en los que alguna vez se presume fueron torturadas las víctimas. Además, condones usados, bolsas de plástico y botellas de refresco hacen notar que por varios meses vivieron ahí un número desconocido de personas.

En el horno sólo se ven montículos de ceniza, sin dejar de mencionar las flores que dejaron las madres el jueves cuando acudieron a rezar.

Este medio de comunicación logró saber que la Fiscalía General del Estado solicitó a la Secretaría de Seguridad Pública que el lugar permaneciera vigilado, pero por razones que hasta el momento se ignoran, se dejó de cuidarlo. Según los mismos policías, permanecer 24 horas en lo que algún momento fue el centro de operación de una celular criminal, honestamente les da miedo.

“Se siente un ambiente muy pesado”, mencionó en alguna ocasión un policía comisionado para vigilar La Gallera. Y en efecto, estar en un lugar que ha sido bautizado como un cementerio, a cualquiera le pone la piel chinita.

Para no variar, este viernes trascendió que presuntos dueños reclaman la propiedad y exigen que las autoridades liberen ese predio y nunca más se hagan diligencias, y aunque las autoridades no han confirmado para cuándo se concretaría la entrega del terreno, las madres exigen que la búsqueda no pare o, en su defecto, los doten de lo necesario para ellas mismas realizar las diligencias.