Ciudad de México.- La gente está “feliz, feliz, feliz”, insistió el Presidente Andrés Manuel López Obrador durante su discurso en el Patio de Honor de Palacio Nacional con motivo del –oficial– Primer Informe de Gobierno.

El mandatario se presentó a las 11:00 horas ante su público: compuesto por su gabinete, gobernadores y empresarios–antes, miembros de la mafia del poder– que sólo llenaban las sillas de las primeras filas.

Tras hacer referencia a su eslogan de la Cuarta Transformación, los temas cumplidos de López Obrador fueron los de siempre: el aeropuerto de Texcoco, el avión presidencial, la Guardia Nacional, las pensiones a los expresidentes y, por supuesto, su convencimiento de acabar con la corrupción.

Prometió resolver la saturación del tráfico aéreo en tres años y aseguró que no se queda a deber nada por la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco que, según predijo, estaba condenado a hundirse.

Nada se hará en contra del pueblo, dijo sobre la construcción del Tren Maya y del corredor Transísimico que favorecerá a Coatzacoalcos y Minatitlán, donde habrá una zona franca –anunciada desde hace meses y que aún no llega– como la que hay en el norte del país.

ADIÓS A LOS LUJOS

Los lujos con los que vivían sus antecesores quedaron atrás y recordó que ya no hay ni avión, ni mansión, ni pensiones y que los ocho mil elementos del Estado Mayor ahora cuidan al pueblo.

“Al Presidente lo cuida la gente, no tiene nada que temer”, se regodeó López Obrador, el mismo que prefirió seguir de gira que entregar el informe oficial a la Cámara de Diputados; eso toca a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.

Aunque ha dicho que guardar rencores no es lo suyo, no dejó pasar la oportunidad de sacar a relucir que se está “transitando hacia una verdadera democracia y que se acabó la vergonzosa tradición de fraudes electorales”, una clara alusión a su derrota ante el entonces panista Felipe Calderón, en las presidenciales de 2006.

Siguiendo la misma línea, volvió a reprochar la estrategia de Calderón contra el narcotráfico –a quien hace unos días tildó de ‘comandante Borolas’– y cuyas acciones dejaron un “saldo pavoroso de muertos y desaparecidos” y una crisis en materia de derechos humanos.

LA GUARDIA NACIONAL Y LA SEGURIDAD

En contraste, López Obrador afirma que ha terminado la guerra de exterminio a la delincuencia organizada y su gabinete aborda la problemática todos los días en las mesas de seguridad en Palacio Nacional y en los estados, donde alabó la actuación de los gobernadores.

La Guardia Nacional fue otro de sus grandes sueños hechos realidad. Ya están 58 mil 600 elementos desplegados en 155 coordinaciones territoriales, según los datos del mandatario, que luego saltó al tema de los desaparecidos de Ayotzinapa y aseguró que no se descansará hasta encontrarlos.

“Periodistas y activistas reciben protección del gobierno”, fue otro de los puntos que ensalzó y que chocan con los números: 11 comunicadores y 13 activistas de derechos humanos asesinados, algunos de los cuales estaban bajo esa custodia.

Pero lo importante es que se acabó con el 94 por ciento del huachicol, aunque haya 137 muertos por la explosión el 19 de enero en Tlahuelilpan, Hidalgo. Pemex, dijo, perdió 60 mil millones de pesos por el robo de combustible “y nadie hacía nada”.

“Es un orgullo que en nueve meses no hemos perdido producción, se mantuvo, se estabilizó y en diciembre comenzará la recuperación petrolera”, mencionó López Obrador y aseveró que la caída de la producción se detuvo “por primera vez en 14 años”.

RECONCILIACIÓN CON LA MAFIA DEL PODER

El acuerdo entre los empresarios de los gasoductos y la CFE hizo sentir empoderado el Presidente, que destacó la participación de Carlos Slim y del líder del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Lomelín, gracias a lo que queda garantizado el abasto de gas para los próximos 20 años.

Vislumbró también una pronta ratificación del tratado comercial con Canadá y Estados Unidos, con quienes aboga por una relación cordial, sobre todo con la nación que gobierna Donald Trump, al que lo une la problemática de la migración de sur a norte y el trasiego de armas en contraflujo.

Los 36 años del neoliberalismo era algo que no podía faltar en el discurso que condenó la “más inmunda corrupción” antes de él, cuyo prócer favorito es Benito Juárez, a quien citó textualmente para sustentar “la justa medianía” en la que hay que vivir.

Porque lo relevante es que la gente tenga “bienestar material y del alma” ya que “por el bien de todos, primero los pobres”. Es por ello que no importa que el crecimiento económico no se esté logrando pero sí que los programas asistencialistas lleguen a la gente.

ASISTENCIALISMO

Así se deleitó al dar los números de los beneficiarios de las pensiones a adultos mayores, de las personas con discapacidad, de las becas a los más de 900 mil jóvenes que dejaron de ser ninis y de los niños de las estancias infantiles que reciben los recursos sin intermediarios.

Mismo esquema pasará con el presupuesto a las escuelas, que va directo “porque se lo clavan” y por eso son los padres de familia los que ahora deciden con el programa La escuela es nuestra.

La perorata duró una hora y media: la mal llamada reforma educativa se echó para atrás, 10 mil 800 familias han recibido apoyos para reconstruir sus casas por los sismos de septiembre de 2017, la Secretaría de Marina cuida las Islas Marías, la casa decomisada al empresario chino Zhenli Ye Gon se vendió, la cartilla moral.

“Está en marcha una auténtica regeneración de la vida pública de México. Mientras los que se oponen al cambio viven aturdidos, la mayoría de los mexicanos están contentos, feliz, feliz, feliz”, remarcó el Presidente, al mismo tiempo que ocurría la marcha fifí de los opositores y que en las redes sociales se popularizaba la etiqueta #InformeDeMentiras.

Por Teresa Jiménez