Por Leonardo Zaleta

Cronista de la ciudad

A mediados de los cincuenta debutó en El Capri…el grupo que entonces se llamaba “Los Panchitos”, integrado por los hermanos Castro, todos ellos muy jóvenes aún, casi niños; cambiaron posteriormente su nombre gracias a un comentario de “Carcho” Peralta, a quien le caían muy bien por su edad, su empeño en el trabajo y sus deseos de destacar: “Tienen que cambiarlo”, les dijo, “porque ‘Los Panchitos’ y los pinchitos se oyen muy parecido”. (Sergio H. Peralta Sandoval.- “Hotel Regis”, 1996). Fue el tenor Pedro Vargas quien les sugirió el nombre de Los Hermanos Castro.

Obtuvieron un sitio de privilegio en la marquesina de ese cabaret de renombre internacional que tuvo a Agustín Lara dentro de su elenco, y el presidente Alemán era cliente.

Su primera grabación la hicieron en un Long Play acompañados con sus guitarras, en el que interpretaron algunos boleros de moda como: “Tu Ausencia”, “Palabras Ajenas”, “Historia de un amor”, “Repróchame”, composición de Arturo, y otras.

En 1957, Javier se retiró del trío y entró a sustituirlo su primo Benito Castro Hernández, hijo de “El Bigotón”. Después, el grupo se transformó en cuarteto vocal cuando en 1959 ingresó Gualberto; interpretaron baladas y Arturo tocaba el piano, era el arreglista y compositor. Ese fue el despegue de “Los Castro”, los que salieron de la colonia Obrera para darle lauros a México en eventos internacionales.

En 1959, en la facultad de Medicina de Ciudad Universitaria, se celebró el Primer Festival Nacional de Jazz. En uno de los siete grupos, conformado por Cuco Valtierra y Alfonso Martínez en los saxofones, Enrique Sida y Jesús Aguirre en los trombones, destacó Arturo Castro en la guitarra. La función se celebró el viernes 19 de junio. Su incursión en el jazz fue fugaz, pero la huella de este ritmo en su música y en sus arreglos fue perdurable.

Como cuarteto músico-vocal, “Los Castro” fue definiendo su perfil de vanguardia con voces acopladas armoniosamente y repertorio de baladas norteamericanas que pronto los colocó en los primeros planos de popularidad. Fueron artistas exclusivos de la RCA Víctor desde la segunda mitad de los años 60’s. En ese tiempo el yucateco Cuarteto Armónico estaba en su apogeo, pero los estilos eran diferentes.

En 1964, “Los Castro” eran el número estelar en el programa de televisión “T.V. Musical Ossart” (donde apadrinaron a Manoella Torres), y se presentaron triunfalmente en toda Latinoamérica. Sus temporadas en teatro de revista de la Ciudad de México eran apoteóticas. Se incorporaron al sello Capitol.

En su carrera hacia la internacionalización montaron números en inglés y se afiliaron al bossa nova que imponía arrolladoramente Joao Gilberto, Vinicius De Moraes, Antonio Carlos Jobin, Sergio Méndez, Luis Bonfá y otros.

Viajaron a Los Ángeles donde obtuvieron un rotundo éxito. Actuaron al lado de Carl Tjader y Eddie Cano. Ahí fueron contratados para actuar en el cabaret del Dunes Hotel de Las Vegas, Nevada, actuaciones que se prolongaron durante tres años. En el escenario reinaba el más popular de los cantantes norteamericanos y poderoso empresario Frank Sinatra.

En una ocasión los oyó el promotor artístico Carlos Castel, representante del famoso cantante de color Nat King Cole, quien a partir de ahí los representó. Debutaron en el Slate Brother´s de La Ciénega Boulevard de Los Ángeles, donde fueron apadrinados por Nat King Cole, uno de los más cotizados vocalistas de la Unión Americana. En tres ocasiones fueron invitados al programa “The Ed Sullivan Show”, de gran audiencia de costa a costa en los EE.UU., donde apadrinaron a Liza Minelli.

Firmaron un contrato por dos años para actuar en el Thunderbird Hotel de Las Vegas. Después viajaron a España donde fueron solicitados, y de ahí el empresario David Victorson los presentó nuevamente en Las Vegas el 5 de agosto de 1966, para que actuaran en la inauguración del hotel Caesars Palace, en la legendaria capital mundial del espectáculo, la diversión, el juego y anexas.

Se presentaron una temporada durante los siguientes 10 años compartiendo créditos con los crooners de moda: Tony Bennet, Frank Sinatra, Elvis Presley, Judy Garland, Sammy Davis Jr., Harry Balafonte, Cher y Neil Sedaka, etc.

Este nuevo mercado los inclinó a interpretar baladas como: “Perdiendo la razón”, “María” (tema de la película “Amor sin Barreras”), “Mirando a las muchachas”, “Michelle” (éxito de Los Beatles), “Un hombre y una mujer”, así como otras de corte internacional.

Paralelamente, Arturo hizo arreglos novedosos para algunas canciones famosas del folclore mexicano muy solicitadas por la clientela gringa: “La Malagueña”, “Cielito Lindo”, “Cucurrucucú Paloma”, “La Bamba”, y otras como “Granada” o “Guantanamera”. La canción “Yo sin ti” del robusto Arturo, fue el más grande éxito de “Los Castro”, fue un cañonazo.

En septiembre de 1971 fue la consagración del cuarteto “Los Castro” al obtener el primer lugar en el Festival Mundial de la Canción Popular celebrado en Río de Janeiro, Brasil, con la balada “Y después del amor” de Arturo, interpretada en español y portugués. Fue considerada: mejor canción, mejor letra, mejor arreglo y mejor interpretación. No se ha dado otro caso semejante.

Al retornar a la Ciudad de México fueron aclamados por una multitud delirante en el Aeropuerto Internacional “Benito Juárez”. Dentro de la euforia del rock, “Los Castro” eran ídolos con sus baladas deliciosas.

Presentaciones, giras, discos, programas de T.V., películas, videos, teatro, etc., encumbraron a “Los Castro” -el grupo vocal sin parangón- a los primeros planos de popularidad. Cuatro voces privilegiadas, bien matizadas, maravillosas, cuatro personalidades complementarias haciendo derroche de jovialidad, talento musical, vestuario impecable, profesionalismo y buena estrella, los distinguieron en todos los escenarios del orbe. Sus funciones eran rubricadas con una fuerte ovación del público eufórico.

La carrera de Arturo como compositor, arreglista y director artístico era ascendente; los múltiples compromisos lo orillaron a separarse profesionalmente de sus hermanos para dedicarse a la conducción del programa de T.V.: El Show de Arturo Castro “El Jefe” y “Domingos Herdez”. Otro programa de gran audiencia fue “Estelares Madero”, donde se presentaron Armando Manzanero, Angélica María, Daniel Riolobos, José Feliciano y otras estrellas rutilantes.

Cuando el problema financiero ya estaba resuelto con creces, “Los Castro” se aventuraron a construir un centro nocturno digno de la capital azteca: “El Forum”, escenario de grandes artistas como Paul Anka, Johnny Mathis, Eddie Fisher, Sammy Davis Jr., Joao Gilberto, Sergio Méndez, Four Freshemen, Union Gap, The Monkeys, The Doors, y otros espectáculos deslumbrantes.

Gualberto, en 1980, se había iniciado como baladista y condujo el programa de T.V. “La Carabina de Ambrosio” al lado de Beto “El Boticario” y la despampanante vedette Gina Montes.

Benito Castro se inició como comediante en el programa de televisión de Manuel “Loco” Valdez. Arturo formó su grupo y se dedicó a la composición y el arreglismo.

El 5 de febrero de 2007 actuaron en el salón Tamabra del Deportivo Petrolero para festejar el 80 aniversario del natalicio de la señora Dorita Trueba (Chita Alarcón). Esa noche tormentosa se juntaron Arturo, Jorge (el de excelente voz que 3 meses después falleció), Javier, Gualberto y Benito. Una hermosa amistad que había nacido en la colonia Obrera.

En el año 2014, en el café “De Luis”, entrevistaba a Tomás Rodríguez Meza, excelente saxofonista y director de orquesta, cuando escribía su biografía. Tomasín se echó un palomazo con Louis Armstrong; actuó con su grupo de jazz en la película “El señor Doctor”, con Cantinflas, y Ray Coniff lo incorporó a su fabulosa orquesta en unas presentaciones en México. En la plática le comenté que había escrito un artículo sobre “Los Castro”, con información que me proporcionaron algunos amigos de Pluvio. Se llevó el texto y se lo entregó a Arturo. Después de leerlo le recomendó: “Dile a Leonardo que cuando presente el libro me invite”.

La tarde del 27 de noviembre de 2014, en la sala audiovisual de la USBI, Julio Barba interpretó unos tangos para engalanar la espera. Edgar Cartwrigth condujo el evento. Gloria Ariceaga y Marilú Galván comentaron el libro “Recuerdos Dispersos”. “Tomasín” (orgullo de la colonia Lázaro Cárdenas) y Arturo me acompañaron. Ambos contaron parte de su historia, hicieron remembranzas de su estancia en Poza Rica, e invocaron a la cauda de amigos que los acompañaron en aquella despreocupada etapa de su vida. A cada uno le dediqué un capítulo. Por poquito y me quedo sin hablar. Estuvo presente el comandante del VII Batallón de Infantería, Raúl Serrallonga de Tuxpan, Leo de Swan de Tampico, Melquiades Castro de Martínez de la Torre, Mapy Lorenzo de CDMX, Áureo y Lulú Palomec de Coatzintla, Javier Gutiérrez de Papantla, entre otros invitados. Intervino acertadamente Berenice Drouaillet; la velada fue un éxito. El público rebasó el aforo, se abrieron las puertas para que los del pasillo pudieran escuchar.

Por cierto, un día antes me llamó Arturo para decirme: “Ya estoy aquí”.

Supuse que había que ir por él para invitarlo a cenar y a platicar. Por precaución le había dicho a Carmelita que tomar una copa significa parrandear toda la noche, lo que no fue muy de su agrado. Pero para mi sorpresa “El Jefe” me advirtió: “No pases por mí”, entendí que algunas travesuras registraba su bitácora. “Nos vemos mañana para desayunar”, le dije. Le propuse a las 9:00 y contestó: ¡No seas bárbaro!, a las 11:00.

Cuando la mesera le preguntó qué iba a desayunar, le contestó: Eso solamente Leonardo lo sabe. Y sin remilgos entabló un reñido combate contra un exquisito chile huevillo (aderezado con epazote), apuntalado con media docena de bocoles naturales y tres cafés lecheros calientes, espumosos y platicados.

Luis, sus empleadas, la tripulación de la cocina y algunos periodistas que se acercaron, no perdieron la oportunidad de tomarse la fotografía del recuerdo con el compositor de: “Yo sin ti”, “Y después del amor”, “Que tengas suerte”, “Nacido para ti”, “El tiempo sigue igual”, “Tu nombre felicidad”, y otros éxitos de cobertura internacional.

Charlábamos por teléfono de vez en cuando, y siempre afloraban los días de infancia; se refería a Coatzacoalcos, su tierra, con el nombre de Puerto México que alguna vez llevó; todavía se quejaba del calorón de aquellos tiempos, los quemadores, el olor a azufre… Tenía deseos de presentarse en esta ciudad, pero la austeridad municipal lo evitó.

Arturo guarda en la memoria un bello recuerdo de su estancia en Poza Rica; con su amiga, la excelente bailarina internacional Ema Pulido Garcés, directora del Jazz Ballet, la juez de hierro en los concursos de baile por televisión, entrañables raíces sembradas en el centro histórico de Poza Rica, punto inicial de la triunfal carrera artística de ambos.