Lucía Zamora, sobreviviente del terremoto de septiembre del 2017, comparte que todos los días tenemos sismos en nuestras vidas, la clave está en cómo enfrentarlos

Chihuahua, Chih.- “Tuve en mis manos la decisión de vivir o morir. Esos eternos momentos de silencio los convertí en momentos de esperanza, convenciéndome que saldría viva. Lo mismo ocurre en la vida diaria donde hay dos caminos: sumergirse en el drama, el dolor y la autocompasión o, bien, cambiar la actitud”, externó Lucía Isabel Zamora Rivera, sobreviviente del terremoto en septiembre del 2017, quien pasó 36 horas bajo los escombros.

Ella fue a la última persona que sacaron con vida del edificio 286 en la avenida Álvaro Obregón, quien quedó atrapada en el piso 3 de un edificio de seis niveles, inmueble que funge como su área de trabajo eventual, donde alrededor de las 13:13 horas de ese 19 de septiembre se registró el sismo.

“El ruido era muy fuerte, alcancé a dar unos pasos porque todo se empezó a caer en ese edificio. Se desplomó en 15 segundos y de un momento a otro quedé sepultada”.

Al cuestionarle qué había pasado por su mente a lo largo de estas 36 horas debajo del escombro, Lucía refirió: “Primero no podía creer en el lugar donde estaba, luego te enojas, preguntas, rezas…, pero nunca perdí las esperanzas”.

La joven emprendedora -quien tiene varios proyectos de capacitación y mercadotecnia-, dio a conocer que se quedó atrapada con un compañero, un hecho que consideró muy afortunado porque tuvo de cierta manera en quién apoyarse en esos momentos. Ambos salieron sin heridas de consideración.

“Poco a poco nos tocó irnos tranquilizando hasta tener claridad de luchar por nuestras vidas, pedir ayudar y ser pacientes”.

Al remontarse a esos críticos momentos, con un tanto de nostalgia, Lucía manifestó que durante esas más de 30 horas habló parte de su vida con su acompañante, pues previo al sismo sólo tenían un trato cordial, pero ahí pudieron conocerse mucho más, rezar juntos y a veces hasta compartir el silencio.

Tras verse sin heridas de consideración y estando siempre consciente, Isaac le hizo ver que ella debía salir con vida por algo, motivo por el cual su esperanza se mantuvo viva, al igual que su fe, a pesar de tener con una loza a 10 centímetros de su cara, en posición inclinada y casi inmóvil de sus piernas, sin embargo eso nunca la desanimó a seguir luchando por su vida.

“¿Cuáles son sus nombres? Escucharon a lo lejos después de 30 horas. Sabían que nada estaba perdido, al contrario, volverían a ver la luz, y sobre todo, a su familia, pues en ese momento iniciaron las labores de rescate que se concretaron 6 horas más tarde.

Al sacarlos, de inmediato fueron trasladados a la Cruz Roja para una serie de revisiones, a fin de cerciorarse que no hubiera daños internos. Pasó una noche internada y al siguiente día la dieron de alta.

“Todo lo que hice emocional y mentalmente valió la pena, pues trabajé mucho en mis ideas y en convencerme que iba a salir. En mantenerme fuerte y firme, entonces cuando me rescataron lo primero que pensé fue: ¡Logré aquello por lo que luché tantas horas!”.

Muchos medios de comunicación se tornaron hacia Lucía para obtener su testimonio, pues una fotografía suya se hizo viral en las redes sociales, donde fue captada en un agujero volteando su cara hacia arriba con una gran sonrisa, catalogándola como el rostro de la esperanza, porque días antes era sólo dolor, pérdidas e incertidumbre.

“Eso me tocó asimilarlo mucho, para después dar mi testimonio en distintos lugares”, apuntó Zamora Rivera, quien dijo sentirse orgullosa de la unión que mostraron los mexicanos ante esta tragedia.

Lucía es originaria del Estado de México, pero la vida laboral la desempeña en la Ciudad de México, donde tuvo una experiencia que le cambió la vida.

“Lo que yo comparto siempre es que los sismos siempre ocurren en nuestras vidas, lo que ocurrió fue un hecho natural, pero emocionalmente te pueden ocurrir muchas cosas que se derrumban. Entonces la clave está en cómo enfrentas eso en tu vida”.