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JUANITA COBOS, LA COSTEÑITA

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Por Leonardo Zaleta

Cronista de la ciudad

Felicidades por tus 93 años

2ª. Parte

Los planes no se concretaron, pues en esos días doña Lalita fingió una enfermedad a manera de chantaje y no otorgó el consentimiento. Su renuencia empecinada era una pesada ancla. Don Calixto y su esposa respetaron esa determinación aunque no fue de su agrado.

La muchachita estaba desperdiciando su talento y el maravilloso don que Dios le concedió. Las mejores oportunidades se escapaban. La fama era una estrella inasequible.

Fue don Calixto Almazán el que la bautizó como “La Costeñita”, en alusión a su tierra natal, en una ocasión en que participaba en los programas organizados por la radiodifusora de su propiedad. Juanita confiesa que cuando escuchó por primera vez que después de su nombre le agregaron “La Costeñita”, se desconcertó, no creía que se refirieran a ella.

En 1946, al enterarse de la enfermedad de su madre, llegó de nueva cuenta a Poza Rica; ya para entonces sabía que la naturaleza la había dotado de una voz bien timbrada, entonada, un oído sensible y una cuadratura natural para el fraseo de las canciones.

Tenía 19 años, lucía su hermosura y su trato recatado producto de una cuidadosa formación. Pero el futuro le deparaba algunas sorpresas, ilusiones y desengaños.

Ese año, el amor tocó su corazón cuando apareció en su vida el joven Julio Martínez Valdez, soldador petrolero que trabajaba en la construcción del Teatro Social de la Sección 30. Como el beso es chispa y la pasión hoguera, pronto le propuso matrimonio. Don Calixto y doña Elvira trataron de disuadirla, inútilmente. De ese hogar nacieron tres hijos.

La felicidad se hizo añicos cuando su esposo sufrió un atentado que le cortó la vida. A escasos cuatro años, su hogar se había desbaratado de un tajo. Sus cuñados la despojaron de cuanto pudieron, incluso la difamaron acusándola de ser parte del atentado macabro.

Ahora las circunstancias eran otras, era una viuda de 23 años que debía velar por el bienestar de sus hijos, luchar con sus propias fuerzas, y una de sus armas era su magnífica voz, y con ella tomó impulso y determinación.

Fue así como en 1950 marchó a la ciudad de México. Los niños se quedaron con la abuela materna. Ya en la capital, una familia de su estimación y confianza la invitó a comer al restaurante “El Venadito”, en ese entonces punto de reunión de cantantes y compositores. Ahí conoció a Amalia Mendoza La Tariacuri que la alentó y felicitó después de escucharla, a sus hermanos integrantes el Trío Tariacuri, a Alejandro Algara, a Queta Jiménez “La Prieta Linda”, a Miguel Aceves Mejía, a Luis Pérez Meza, y al productor René Cardona Jr., que la incluyó en un programa de la estación radiodifusora XEQ, alternando con Amapolita Reséndiz, Rosa de Castilla y Alejandro Algara. Le auguró una carrera triunfal como la de Lucha Reyes.

Su voz potente, bien timbrada y cálida, le fue abriendo las puertas del medio artístico, y con su trato sencillo y modesto cultivó algunas relaciones importantes en el mundo del espectáculo de suyo falso y peligroso. En esos días apareció en su vida el gringo Mr. Perkins quien se hacía acompañar de su traductor, el compositor Eduardo Alarcón Leal. Después de escucharla cantar le ofreció un contrato para realizar una gira por las ciudades más importantes del sur de los Estados Unidos. El público era latino.

La oferta era tentadora, así que aceptó con un poco de temor y desconfianza. Ellos le ayudaron a gestionar su pasaporte y la visa. Le entregaron un anticipo para comprar vestuario y los gastos del viaje. Llevaba como compañeros al tenor Alejandro Algara que encabezaba el elenco, Amapolita Reséndiz, cantante de ranchero (sobrina del locutor de la XEQ Mario Seoane Méndez), una pareja de bailarines, un trío de cancioneros y un conjunto musical.

Juanita cantaba piezas españolas y rancheras que en el sur de la unión americana gustaban mucho, al igual que tangos argentinos que había colocado en el pináculo de la fama en todo el mundo su creador Carlos Gardel. Los inicios de la caravana prometían una magnífica cosecha de dólares para disfrutarlos con sus hijos.

La gira artística se inició en Tucson, continuó en Denver, Colorado Spring, Albuquerque, Los Ángeles, San Francisco (California), y dos actuaciones en Las Vegas. Juanita cantaba su repertorio español y el público eufórico aplaudía estruendosamente. Como iban las cosas, el año de 1951 sería inolvidable y generoso.

Pero resulta que cuando se presentaban nuevamente en Tucson, Arizona, ya para finalizar la gira, surgieron algunas desavenencias y los representantes artísticos desaparecieron una noche llevándose el dinero de los artistas. La caravana se disolvió. Cada uno de los artistas resolvió el problema como creyó conveniente.

El empresario de sangre mexicana, al verla angustiada, se condolió de su desgracia. Le consiguió un programa en una estación de radio y le dio oportunidad de cantar el 15 de septiembre, en una fiesta mexicana que celebró en su propiedad. Tuvo oportunidad de conocer al Cónsul de México, que la contrató en 2 ocasiones para actuar en la sede diplomática. Las esposas de los diplomáticos hicieron amistad con la cantante veracruzana y le brindaron numerosas atenciones. Continuará.

JUANITA COBOS, LA COSTEÑITA.

Por Leonardo Zaleta

Cronista de la ciudad

El cónsul le ofreció una fiesta de homenaje y despedida con flores, música y pancartas, que en algo suavizó los estragos del reciente descalabro. Aun así, Juanita tuvo que vender sus trajes de lujo y otras pertenencias personales, como aretes y collares, hasta que logró reunir la cantidad suficiente para sufragar los gastos de retorno a la patria. Dolida por el engaño, avergonzada consigo misma y sin dólares, no se arredró. Sabía que la vida tiene que girar inexorable hacia delante y en esa dirección bogó.

Al llegar a la ciudad de México, y después de tocar varias puertas durante algunos días, se incorporó una temporada a la programación de la XEX; sus emolumentos eran de $15.00 por dos programas a la semana, patrocinados por el Ron Batey.

Casualmente, cuando se presentó a la caja de la radiodifusora para cobrar sus honorarios, se encontró al profesor Enrique Chávez, gerente de la estación XEPR de Poza Rica, que recientemente se había fundado en marzo de 1953. De inmediato la invitó a que regresara a Poza Rica y para animarla le prometió conseguirle unos programas. En la gran ciudad su juventud y belleza le eran adversas, pues continuamente recibía proposiciones necias que tenía que rechazar.

Retornó Juanita al seno de su familia, y efectivamente, consiguió trabajo en el área de contabilidad en la negociación “Café Don Martín”, propiedad de don Martín Cruz, en el interior del mercado, especialidad que había estudiado algunos meses, así como 3 programas a la semana como cantante, patrocinados por ese establecimiento, y aunque las percepciones no eran la gran cosa, aceptó. El Trío “Los Luceros” la respaldaba en sus actuaciones con sus voces y guitarras, y alternaba con la orquesta Casino.

Su voz privilegiada y su afán de lucha le redituaban algunas oportunidades. Sus hijos iban creciendo y procuraba que nada les faltara.

En la cancha de basquetbol Antonio J. Bermúdez, imponente escenario, se presentaba la Caravana de Estrellas Corona o programas locales de coronación de la reina del petróleo, graduaciones, Día de las Madres, la noche del grito de independencia, etc., que invariablemente incluían la actuación de Juanita. Actuaban los artistas de mayor renombre en ese momento en México como Marco Antonio Muñiz, María Luisa Landín, Toña “La Negra”, Agustín Lara, Amparo Montes, etc.

Las cantantes Amparo Montes y María Luisa Landín vinieron a actuar al Club Tampico y a la XEPR, y ambas animaron a Juanita para que fuera a la ciudad de México a probar fortuna. Le prometían ayudarla y relacionarla en el medio artístico. “El Conejo” Germán Figaredo, locutor de la XEW, que muy a menudo era contratado para conducir programas artísticos en esta ciudad, la escuchó cantar y le recomendó que saliera de Poza Rica donde el medio limitado le truncaría una carrera que podía ser brillante.

El ingeniero Jaime J. Merino, superintendente de Pemex, y su esposa Blanch, la invitaban para que cantara en su residencia cuando tenían visita. Mandaban traer a Francisco “El Charro” Avitia y su mariachi, en caso que se tratara de convidados extranjeros. Ambos lucían su repertorio de canciones mexicanas. La señora Blanch, excelente anfitriona, la trataba con gentileza. Merino cada vez que actuaba le ofrecía su intervención para lo que se necesitara. Juanita nunca pidió nada.

La verdad es que el trabajo escaseaba y las semanas sin sueldo agravaban los problemas económicos que afectaban de manera directa a su familia. No obstante, en esos años era muy solicitada para cantar en las fiestas que los jefes organizaban en el Club Tampico, elegante restaurante ubicado en los altos del edificio Guerrero, frente a la puerta No. 1 de Pemex, o en “El Tarral”, un enorme galerón que ocupaban los talleres de Pemex, en la actual calle Silverio Pérez de la Col. Las Granjas.

En 1955 y dos años más, formó parte del grupo de cantantes que acompañaban a los candidatos a diputados federales emergidos de la sección No. 30 del STPRM, presentándose en las más importantes ciudades de la región, incluyendo la sierra totonaca. Con este motivo, consiguió algunos contratos esporádicos en el medio petrolero.

Fue empleada de la comisión de contratos de la sección No. 30 del STPRM. Don Agustín Espinoza Torres, dirigente sindical, le ayudó a entrar al departamento de talleres generales donde hizo amistad con su compañera Anselma de Lojo Domínguez. Después laboró en la Topin Plant, y en el departamento de ingenieros petroleros, recibiendo invaluable apoyo y orientación de su compañera Cora Rivera Alejandre.

En 1961, siendo secretario de previsión social de la sección 30 el “Ché” Simón Villegas, le obsequió un vestido que escogió en la boutique de Zayda, la que le regaló un par de zapatillas, y con ese elegante atuendo en color verde se presentó en la cancha Bermúdez. Esa noche cantó alternando con Marco Antonio Muñiz, que la felicitó y la animó para que fuera al Distrito Federal. Pero Juanita se mostraba renuente una y otra vez, ya había probado fortuna y sólo le habían quedado negras experiencias.

En esa temporada alternaba con algunos artistas locales como la bolerista Enriqueta Hernández, Joaquín Alonso “El Caballo Blanco”, el Trío “Los Únicos” de Lalo Huitrón, el tenor Salvador Ángel, Licha Sosa, Olga Hernández Bauza, Estela Cobos, Lorenzo Caro, Ruffa Alicia Lira y Ofelia Sierra, de Tuxpan, que por lo regular eran acompañados por los excelente músicos del conjunto de cuerdas Pemex.

En 1962 contrajo matrimonio con el señor Macario Romero Sánchez, tornero especialista del departamento de máquinas y herramientas, y voluntario del Cuerpo de Bomberos de la empresa descentralizada. De carácter alegre, participaba en la organización de las fiestas del petróleo o como maestro de ceremonias y comediante en la caravana artística “Poza Rica”, que durante una breve temporada recorrió las principales ciudades y pueblos de la región norveracruzana, con gran aceptación del público. En esa coyuntura se conocieron y desde el principio hubo entre los dos embrujo y simpatía.

Macario había sido futbolista, luchador con el nombre de “El Avispón Verde”, mecánico de go-carts y hasta torero. En el nuevo hogar se conjuntaron los tres hijos de Juanita y los seis de Macario, la menor de apenas año y medio de edad.

Muy pronto nació Silvia, la más pequeña de sus hijas, a la que en honor de una bondadosa vecina llamada Guillermina, le comenzaron a llamar “Yemina”. Su delicado estado de salud requiere toda la atención de la madre sacrificada.

Los pequeñitos pronto se encariñaron con Juanita, pero su familia se preocupaba al verla agobiada cuidando nueve niños que implicaban una gran carga e igual responsabilidad, razón por la cual, los ingresos familiares siempre fueron insuficientes.

Juanita vivía alejada del canto. Un día casualmente se encontró al señor Héctor Danini Valera, jefe de la oficina subalterna de Hacienda federal. Había estado unos años con el mismo cargo en Tamiahua donde se habían conocido. Danini, con la mejor voluntad, la incorporó como empleada de su oficina, donde los sueldos siempre han sido un poco más que simbólicos. Juanita se jubilaría como empleada, con una pensión raquítica.

Aunque su nueva relación matrimonial no fue todo lo feliz que hubiera sido deseable, el tiempo siguió su curso. Había pocas oportunidades para dedicarlas al canto y a la música, lo que sobraba era quehacer y problemas.

De vez en cuando visitaban Tamiahua. Su compadre Leoncio Careaga era propietario de un restaurante a la orilla de la laguna. Atendía a Juanita y a su esposo con atingencia. Incorporaban a otro compadre: Ricardo Barrios y su esposa Yoli Rodríguez, o a su amigo Lencho Sosa. Cuando la clientela desaparecía, empezaba la bohemia: Leoncio, su guitarra y sus canciones; Juanita interpretando todo su repertorio; Macario, Ricardo y Yoli con la plática anecdótica y amena, y la cocinera guisando pescado, enchiladas, camarones, hueva, ostiones, y sirviendo cervezas bien frías o bebidas preparadas. Hasta que amanecía.

El popular Macario fue Rey del Chapo en 1968 con el nombre de “Mackario I”, durante las fiestas del petróleo. Fue parte del séquito de la hermosa reina Doris Juárez, y de las guapas princesas Bárbara Lopátegui y Adelina Segura.

En la navidad de 1974, su hijo Jorge le obsequió a Juanita un piano en el que de vez en cuando ejercitaba los dedos para recuperar la habilidad sobre las 88 teclas blancas y negras.

Los años trajeron penas, angustias, sobresaltos y uno que otro día de gloria. La infatigable y emprendedora doña Lalita entregó su alma al creador en 1984. Había cancelado la carrera artística y prometedora de su unigénita, pero pudo más su amor de madre y la fobia a la soledad. Falleció en Poza Rica, pero sus restos mortales fueron trasladados a Tamiahua.

1988 fue el año en que su esposo murió. Juanita comenzó otra vez a replantear su vida, a luchar a brazo partido. En 1991 participó en la feria de Arte Municipal, cuya organización recayó en su hija Norma Irene, cantando en la pérgola del parque Juárez, y al año siguiente en el programa de coronación de la reina del petróleo, Claudia Domínguez, en el cine Hidalgo. Aunque había permanecido retirada de los escenarios una larga temporada, conservaba su voz diáfana y celeste.

En 1992, animada por su hijo Jorge que radicaba en Guadalajara, grabó en un estudio con pista o acompañamiento digital, dos cassetes con boleros, rancheras y canciones españolas. El material incluye la canción “Costeñita” que le dedicó su compadre Leoncio Careaga. El joven Leoncio acompañado de su guitarra grabó en un cassete la canción de su padre -que había muerto el 12 de octubre de 1980- y se la envió. Fue un modesto y sentido homenaje. La producción de fonogramas fue obsequio para familiares y amigos donde quedé incluido.

Con el acompañamiento del excelente guitarrista Alejandro Pérez, grabó en unas cuantas horas un cassete con canciones infantiles que dedicó a Juan Eduardo, el más pequeño de sus nietos.

Tiempo después se trasladó a la ciudad de México con su hija Rebeca donde permaneció 7 años. En su nuevo hogar de Ciudad Satélite, tenían una vecina que la invitaba a unas reuniones familiares los miércoles y viernes por la tarde, y ahí Juanita recordaba sus estudios de piano y deleitaba a su refinado auditorio. Sus espléndidos vecinos enviaban por ella en un lujoso carro negro con chofer para que no se fuera a extraviar, o para que no faltara. Cantaba también los domingos en la iglesia del cercano pueblito de San Lucas.

Las añoranzas la hicieron retornar a Poza Rica en marzo del 2000. Tenía el propósito de pasar una temporada de 6 meses invitada por su hijo Jorge y su nuera Mary Corona, pero desde entonces aquí radica. Ingresó al grupo “Carlos Gardel, amigos del tango”, ritmo de su preferencia desde el inicio de su carrera. Su buena voz perdura y su público le es fiel.

Pero un aciago día, 8 de marzo del 2005, cuando cruzaba el bulevar Ruiz Cortines a la altura de la calle 2 de Enero de la colonia Cazones, un imprudente jovenzuelo manejando un auto a gran velocidad la atropelló, fracturándole 7 costillas, le inutilizó el brazo y le produjo contusiones en la cadera y la pierna del lado derecho. Fue internada en un sanatorio particular y la atendieron de urgencia. A partir de esta desgracia, se ha visto precisada a usar una muñequera de plástico para mantener rígido el brazo, lo que le impide mover los dedos y tocar el piano.

Sus actuaciones son muy solicitadas en Casa de Cultura, en el asilo de ancianos Rafael Suárez, o la feria de Corpus Christi de Papantla. Es parte del elenco del Círculo Huasteco de Poza Rica, Juan Francisco Nieto. Precisamente en un programa presentado el 8 de septiembre del 2007 en el antiguo palacio del arzobispado de la Ciudad de México, fue ovacionada por sus interpretaciones a “La Malagueña” y “Rogaciano el huapanguero”, al grado que los aplausos le hicieron brotar algunas lágrimas. Ese mismo programa se presentó en Zozocolco de Hidalgo, el 20 de noviembre siguiente, con igual éxito.

Sus 80 años no le pesan. Cuenta con el cariño y la protección de sus hijos y de su familia. Norma Irene es maestra de arte dramático y su nieta Samantha es actriz.

Es una mujer admirable que ve la vida sin amargura, sin tristeza, con el corazón puesto en el porvenir. Su ánimo no ha disminuido, su alma irradia amor y esperanza. Su espléndida voz tiene timbre y resonancia, su repertorio es inmenso.

Espiritualmente vive en paz. Se expresa con alegría de sus 8 nietos y dos bisnietos, de sus hijos que la colman de cariño y atenciones, no obstante que radican en Cuernavaca, la ciudad de México, o en esta tierra calurosa y hospitalaria.

Juanita Cobos se entrega en cada interpretación; canta para vivir, vive para cantar. Es una estrella que no se apaga.


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De los Ángeles a los Demonios. Día Mundial del Medio Ambiente: Reimagina, recrea, restaura

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Dra. Denisse de los Ángeles Uribe Obregón

Magistrada del H. Tribunal Superior de Justicia

El próximo cinco de junio se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente, ya que su trascendencia es considerada como la fecha más importante del calendario en materia medioambiental; los antecedentes de su instauración se remontan a junio de 1972, cuando Naciones Unidas realizó la primera gran conferencia sobre el medio humano, la cual tuvo lugar en Estocolmo, Suecia.

Como resultado de este coloquio, el 15 de diciembre de ese mismo año, se llevó a cabo la reunión de la Asamblea General de la ONU en donde se aprobó la resolución A/RES/2994/XXVII,  la cual estableció el Día Mundial del Medio Ambiente, con el propósito de exhortar a los gobiernos y a las organizaciones para emprender actividades encaminadas a proteger nuestro planeta.

Es preciso señalar que durante la mencionada reunión también se aprobó la resolución que dio origen al programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente, cuyo objetivo principal es promover  el uso racional de los recursos naturales e impulsar el desarrollo sostenible.

Durante este año, el Día Mundial del Medio Ambiente estará enfocado en crear conciencia sobre la importancia de cuidar los ecosistemas; bajo el lema “reimagina, recrea, restaura” desde Pakistán, sede de esta celebración, se darán a conocer las estrategias orientadas a prevenir, detener y revertir el daño causado a la naturaleza, además de que marcará el inicio del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas.

La cooperación internacional ha traído como resultado un impacto positivo en el desarrollo del derecho ambiental, produciendo importantes cambios legislativos e institucionales en los países;  desde la década de los setenta a la actualidad, México ha firmado 77 Tratados Internacionales o acuerdos interinstitucionales en la materia, entre los que destacan la Declaración de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano y la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.

Por cuanto hace a la legislación nacional, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce en su artículo cuarto, párrafo quinto, el derecho humano al medio ambiente sano para el desarrollo y bienestar, además de establecer que el daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley.

La Reforma Constitucional que incluyó este derecho humano, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 28 de junio de 1999, no obstante que desde 1988 se promulgó la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección del Ambiente, la cual establece los presupuestos mínimos para la preservación y restauración del equilibrio ecológico y tiene entre sus objetivos definir los principios de la política ambiental y los instrumentos para su aplicación.

Actualmente se encuentran en vigor quince leyes de aplicación nacional en materia medioambiental, así como reglamentos y Normas Oficiales Mexicanas (NOM) derivadas de éstas, además cada entidad federativa cuenta con una ley local de protección al medio ambiente.

Por cuanto hace a las autoridades federales encargadas de promover el cuidado a la naturaleza, las más importantes son: la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, cuyo objetivo es brindar garantía al desarrollo sustentable y al equilibrio ambiental, así como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, encargada de vigilar el cumplimiento de las disposiciones legales y salvaguardar los intereses de la población en temas relacionados con la naturaleza, además de sancionar a las personas físicas y morales que violen la legislación ambiental.

Asimismo, existen numerosas fundaciones y asociaciones cuyas acciones están encaminadas a proteger la naturaleza, tales como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental y Pronatura, sin embargo, debemos estar conscientes que preservar nuestro planeta es una tarea que nos corresponde a todas las personas, toda vez que nuestra supervivencia y bienestar dependen de su cuidado y protección.


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El caso Ximenes Lopes

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Por José Roberto Ruiz Saldaña

Recientemente tuve la oportunidad de exponer de forma virtual, a invitación de la Casa de la Cultura Jurídica Veracruz, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en el Caso Ximenes Lopes vs Brasil (2006). Se trata no solo del primer pronunciamiento convencional sobre los derechos de las personas con discapacidad mental, sino de una sentencia clara y contundente que fija los estándares de actuación de los Estados parte en servicios de salud mental.

El asunto se originó con motivo de lo sucedido al señor Damião Ximenes Lopes quien en octubre de 1999 ingresó, por segunda vez, a una clínica de salud mental privada por problemas de nervios, pues no quería comer ni dormir y no tomaba sus medicinas. No obstante que su ingreso se dio en perfecto estado físico, sin señales de agresividad ni lesiones corporales externas, entró en un baño del que se negaba a salir, por lo que fue dominado y retirado a la fuerza por un auxiliar de enfermería y otros pacientes; a la postre fue sometido a contención física la cual duró toda la noche; en la mañana su madre lo visitó y lo encontró sangrando, con hematomas, con dificultad para respirar, agonizante, aún sometido; finalmente murió.

En la sentencia destacan, entre otras, las consideraciones de la Corte IDH en torno a las obligaciones de los Estados así como la especial atención a las personas con enfermedad mental. Por lo que respecta el primer aspecto, la instancia internacional sostuvo que los Estados tienen la obligación de prevenir que terceros interfieran indebidamente en el goce de los derechos a la vida y a la integridad personal; en este sentido, los Estados tienen el deber de regular y fiscalizar toda la asistencia de salud prestada a las personas bajo su jurisdicción, independientemente si la entidad que la presta es de carácter público o privado; así, los Estados son responsables tanto de regular permanentemente la prestación de los servicios y la ejecución de los programas nacionales relativos al logro de una prestación de servicios de salud públicos de calidad, como de crear mecanismos para inspeccionar y fiscalizar las instituciones y establecer procedimientos disciplinarios o judiciales para casos de conducta profesional indebida o de violación de los derechos de los pacientes.

Por su parte, en relación a la especial atención a personas con discapacidad mental, la Corte IDH sostuvo que toda persona que se encuentre en una situación de vulnerabilidad es titular de una protección especial; que las personas con discapacidad a menudo son objeto de discriminación por su condición, por lo que los Estados deben adoptar medidas para eliminarla; que de hecho las personas con discapacidad que son sometidas a tratamientos en instituciones psiquiátricas son particularmente vulnerables a la tortura u otras formas de trato cruel, inhumano o degradante; asimismo, que los Estados deben garantizar que se preserven los derechos de los pacientes de instituciones psiquiátricas de recibir un tratamiento digno, humano, profesional y ser protegidos contra explotación, abuso y degradación.

Esta sentencia, cabe decir, ha prácticamente iniciado una línea jurisprudencial de la Corte IDH en materia de debida gestión de servicios de salud, esto es, ha guiado razonamientos en casos en que se han visto afectados distintas modalidades del derecho a la salud, como en los Casos Suárez Peralta vs Ecuador (2013), I.V. vs Bolivia (2016) y, más recientemente, Poblete Vilches vs Chile (2018). Su importancia radica en que la Corte IDH ha dejado muy claro el deber de los Estados de regular y fiscalizar las instituciones que prestan servicios de salud, como medida necesaria para la debida protección de la vida e integridad de las personas bajo su jurisdicción, es más, el Estado no solo debe regular y fiscalizar las instituciones de salud sino que tiene el especial deber de cuidado en relación con las personas ahí internadas.

Este precedente interamericano no obliga solo a Brasil sino a todos los Estados parte de la Convención Americana de Derechos Humanos por lo que hace a exigibilidad en los parámetros de actuación en tales servicios de salud. Con esa sentencia y todas aquellas con línea jurisprudencial en torno a dicho derecho, en México se debe regular y fiscalizar aún más los servicios de salud.

Consejero electoral del INE

@Jose_Roberto77


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Ni para profetas, ni para demagogos.

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“Poza Rica, experta en refinerías. Sueños moluscos, realidades invertebradas”

Por Lic. Héctor Hugo Viveros G. Saldaña.

 Poza Rica es una ciudad que cuenta en su historia, la historia de la industria petrolera de México. En resumidas cuentas, explotación de recursos naturales, fuga de dinero, sostenimiento de infraestructura y plantilla laboral por razones políticas y no técnicas, contaminación y crisis.

Desde hace décadas, la producción de hidrocarburos en Poza Rica dejó de ser suficiente para sostener el mantenimiento de la infraestructura y la plantilla laboral de los años 80’s. El problema adyacente es que la comodidad en las jornadas laborales y las altas prestaciones de los trabajadores de Petróleos Mexicanos eran inalcanzables para cualquier otro empleador. Ahora son inalcanzables para Pemex. Los accidentes fatales también se han hecho presentes.

Desde hace años, los criterios para sostener la infraestructura y la plantilla laboral responden al interés político más que una estrategia comercial financieramente sostenible, y como en muchas cosas, la pandemia nos vino a enfrentar con la realidad y la contratación de más plantilla laboral para simular una recuperación económica inexistente en la empresa que se vio obligada a detenerse.

El último suspiro de recuperación de esa industria en esta región sucedió en el sexenio 2006-2012. Las estrategias de Calderón reactivaron momentáneamente la industria, pero la inversión privada nacional y extranjera no soporta las deudas millonarias con las que Pemex operó durante mucho tiempo. Después de hacer quebrar a varias empresas, la realidad dejó de nuevo sin empleo a decenas de miles y a varias empresas quebradas por los créditos otorgados a Pemex. A la fecha, un contrato de Pemex ya no es recibido como garantía en préstamos, porque a pesar de que el Presidente declara que la corrupción y el robo de hidrocarburos ya se erradicaron, la realidad es que Pemex garantiza su necesidad pero no el pago por la obra ejecutada, los servicios prestados o los productos adquiridos. Esto es una realidad persistente y el retraso en los pagos de deuda han producido la pérdida de miles de empleos y la desaparición de decenas de empresas que quebraron esperando el pago de Pemex.

La ganancia de votos que genera las promesas de esos años de gloria, por cierto inexistentes, es una realidad molusca como su promotor: sin estructura y sin sustento, con pies y cabeza, pero sin huesos que lo sostenga.

Además, depender de una industria que explota recursos no renovables tiene un sólo destino: su desaparición de la industria junto con el recurso que explota. La opción es la fractura de la piedra porosa, técnica que condena a la muerte a la flora y fauna endémica del lugar en el que se practica, lo cual es un hecho demostrado y documentado en todo el mundo. A mediano y largo plazo la migración generada por el desempleo habría que sumarle la migración generada por la contaminación, de por sí ya grave, de los mantos acuíferos de los que se obtiene el agua potable de la ciudad. El costo de salvar la industria es matar al medio ambiente y los otros recursos para el sustento de la vida humana.

Seguir viviendo de la industria que está condenando al planeta a un periodo de extinción de especies semejante al del pérmico-triásico no es por ningún motivo una opción ética, y tampoco debería ser el centro de la propuesta de recuperación económica.

Poza Rica, necesita asumir la realidad de los hechos: 1) Pemex aprendió aquí, que los complejos petroquímicos son insostenibles ante determinadas circunstancias, y los trabajadores de la empresa saben bien porque aquí no es negocio; 2) El mayor número de empleos y productividad de la ciudad dependen de otras actividades terciarias en las que Pemex no interviene; 3) Cada 3, 4 o 6 años escuchamos el mismo discurso que promete una mega inversión para Pemex y esta nunca llegó ni llegará, prueba de ello es que ante la disposición de once mil millones de pesos, Pemex prefirió implementarlos en el extranjero y no en Poza Rica; 4) Es necesario entender y comprender que impulsar una industria que tiene como resultado final la emisión de gases de efecto invernadero y el incremento del promedio mundial de la temperatura global es éticamente insostenible; 5) La mejor opción es emanciparse de Pemex y apuntalar el desarrollo económico de la ciudad a otras actividades comerciales, que dependan menos de la intervención política y más de la innovación ciudadana; y 6) Cuando el gobierno federal tuvo dinero para invertir en la industria, Poza Rica no fue una opción, a pesar de un alcalde, diputada local, que además es presidenta del Congreso del Estado y una diputada federal que hoy busca reelegirse y al gobernador del estado que pertenecen al mismo partido político del Presidente, no mandaron dinero ni para pagar la deuda de Pemex o para reactivar la economía de la ciudad que se rindió a sus pies en las urnas en las últimas 3 elecciones.Contacto:

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