Agua Dulce Ver.- Padres arrojan a sus hijos frente a los autos para intentar provocar accidentes y obtener dinero.

Dos niños entran a un café en el centro. El niño viste pantalón verde y una camisa con más huecos que los de los brazos y el cuello, bastante percudida; la niña lleva un pantalón rosa y una blusa azul, en condiciones similares. Se acercan a los comensales, jalan la manga y piden dinero. Los meseros les ofrecen pan. Los niños corren, los esquivan, los torean, “juegan” con ellos con tal de no salirse del local. “Dile a tu mamá que se ponga a trabajar”, le suela una mujer mayor al pequeño. Al final se salen, los sacan más bien.

La escena es común en varias partes de la ciudad, en este tipo de establecimientos, en supermercados y en tiendas de conveniencia sobre todo. Son los niños de nadie y los niños de alguien. Afuera, casi siempre, espera el padre, la madre o ambos para recoger el botín que se obtiene intercambiando lástima y miseria.

Según los mismos pobladores de Agua Dulce, el caso de este par de niños que andan en el centro de la ciudad es grave porque (según un testimonio) llegan a ser aventados por la mamá frente a los autos, al parecer para causar algún accidente y obtener una indemnización o una fuerte suma de dinero a cambio.

Otro caso muy conocido es el de Griselda Chablé, una mujer de ojos verde esmeralda que deambula por Agua Dulce con su marido (con triciclo y armado con machete) y hasta cinco niños de diversas edades, los cuales suelen entrar a “Mi bodega Aurrera” a pedir dinero en los pasillos a los clientes.

De acuerdo con Antonio Rueda, titular del Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), a pesar de la pobreza en la que viven estas familias y de que los niños no vayan a la escuela y anden en la calle con sus padres, no pueden ser retirados porque prepondera el derecho a la familia.

En entrevista con la Presidenta del DIF Municipal, Elizabeth Ordaz Ríos, comentó que el sistema ha atendido a varios casos de pequeños que piden dinero en las calles o negocios, aunque predomina la falta de interés de los mismos padres. “No todos los padres están interesados; de cinco casos, se han resuelto tres, pero aún quedan otros”, dijo la interlocutora.

A pesar del riesgo, de la falta de educación y de una niñez plena, estos pequeños impulsados a mendigar en restaurantes, cafés y tiendas no podrán ser separados de sus padres porque el Estado define que ante su situación económica y social tienen derecho a tener una familia, de modo que esta problemática se vuelve más difícil de tratar en Agua Dulce.

Por Violeta Santiago